¡Menudo año nos ha tocado vivir! Por supuesto que ha habido algunas cosas que no he podido hacer por la cantidad de restricciones a las que nos hemos tenido que someter, por ejemplo, cancelar mi viaje en solitario a La India, pero durante este escrito me gustaría centrarme en lo que sí pude hacer durante este año y, si echo la vista atrás, me doy cuenta de que al final no he estado tan limitado como creía...
Yo, que soy muy de vivir cosas nuevas por primera vez, estar confinado durante prácticamente dos meses fue una auténtica aventura, además de un reto para trascender mis miedos y darme cuenta de la capacidad del ser humano para adaptarse a las circunstancias y salir fortalecidos de ellas. Algunos pretendían lo imposible, que les garantizaran la inmortalidad para empezar a salir de sus casas y vivir como antes, pero la verdad es innegable y no se puede ocultar: tarde o temprano morirás... Por eso, cuando por fin pudimos coger un avión, fui casi de los primeros en subirme a uno de esos pájaros de acero. Algunos me llamaron loco o inconsciente, pero lo único que hice fue viajar para reencontrarme con la gente que quiero y seguir viviendo con normalidad a pesar de la incertidumbre que se respiraba en el ambiente, porque si dejaba de vivir, ¿qué sentido tenía seguir viviendo? Y con ellos hice un montón de cosas nuevas como nadar varios kilómetros por el Mediterráneo, hacer rutas en bicicleta, visitar lugares nuevos y probar auténticas delicias que alimentaron mi estómago y mi alma y me hicieron sentir vivo de verdad... Y a los que intentaron contagiarme con sus miedos les dije: adiós, gracias por participar.
Y después llegó la presentación de la novela Y de repente... YO, un auténtico vendaval que hizo las delicias del público y ha arrancado muchísimas sonrisas, justo lo que pretendía. ¿Lo mejor? Que la gente me pide que siga escribiendo porque quieren saber cómo podría continuar la historia. ¿Habrá una segunda parte? Quién sabe, a ver si la inspiración viene a visitarme, el tiempo lo dirá...
El deporte extremo también estuvo presente durante este 2020, nada más y nada menos que lanzarme desde un puente. ¿La sensación? Maravillosa, repetiría una y mil veces... Saltar al vacío, esta vez de verdad, sin medias tintas, saltar y confiar...
¿Y qué mejor manera de acabar esta año que con mi amiga Tere al lado? Ella, que siempre me sorprende y yo me dejo llevar porque sabe que me encanta sorprenderme. Lo último que está previsto, si sigo con vida, será darme un chapuzón en el mar, con el agua helada, supongo, para darle la bienvenida al nuevo año. En fin, a ver si sobrevivo y no muero congelado...
Para terminar, iba a darle las gracias al 2020, pero a quien realmente tengo que darle las gracias es a mí mismo por haber tenido la actitud de disfrutar de este año a pesar de tantas limitaciones y adversidades, que visto lo visto, he logrado que al final no hayan sido tantas...
Claro que no pude hacer algunas cosas previstas para este 2020, por alguna razón será y yo soy de los que les gusta pensar que todo sucede para mi máximo beneficio, pero sí que he podido hacer muchas cosas durante este año, algunas inconfesables, y todas ellas las disfruté al máximo. Deseo que logres hacer feliz al próximo año...