Me quedé sin boda, pero sí tuve despedida, no de soltero sino de seres maravillosos que se juntaron alrededor de una mesa para abrir sus almas. Si alguna vez me casara, que no creo, los invitaría a todos a la boda, gente buena con la que me encuentro... El alcohol hizo de las suyas y tapó la vergüenza para que cada uno hablara sin temor a ser juzgado y compartiera sus heridas, algunas de ellas aún sin cicatrizar. Unos con miedo y cierto recelo, otros a calzón quitao, a corazón abierto, libres como peces en el agua... Qué maravillosa sensación la de sentirme en paz al hablar de mi pasado...
Cada día me iluminas más.Gracias por Ser y Estar.Un abrazo amigo.
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