A veces, los de tu alrededor, se dan cuenta antes que tú... Muchas veces me lo advirtieron, pero hacía oídos sordos y negaba lo que me estaba sucediendo, tal vez por miedo a ser rechazado... Me resistía a las etiquetas, no quería ser considerado así, pero la atracción que sentía era innegable y cuando empezaba no podía parar, siempre quería más. Sin embargo, seguía reprimiéndome y luchaba contra mi verdadera naturaleza. Hasta que me prohibieron hacerlo, entonces lo eché tanto de menos que se despejaron todas mis dudas. Me rendí a la evidencia y me acepté tal cual soy, con mis virtudes y mis defectos, con mi vestimenta, mis zapatillas, mi reloj y mis tiempos. Ayer, por fin, salí del armario para poner un pie en la calle y disfrutar abiertamente con mi nueva condición para liberarme de prejuicios inventados. Hoy volví a salir y llegó la confirmación oficial, me declaro runner incondicional...
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