Con el inicio de las turbulencias cerré los ojos, respiré profundamente,
caí al corazón y logré mantener la calma… Claro que aparecieron pensamientos
como que me iba a morir o había llegado mi final… «¿Cómo voy a morir si todavía
no he escrito mi carta a los Reyes Magos? Ah, no, hoy no puede ser mi final»,
fue mi respuesta espontánea, así que empecé a imaginarme escribiendo la carta y
viendo la cabalgata… Logré desviar mi atención del peligro, situación que no
podía controlar, y traté de enfocarme en algo que me motivaba… Y poco a poco
las turbulencias cesaron… Mi compi me dijo que le enseñara mis tácticas de relajación y por
eso le aconsejé que visualizara el almuerzo que tendría mañana… Y como sigo vivo y
agradecido, escribiré mi tan preciada carta…
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