Siempre me han gustado los aeropuertos, desde muy pequeño. Recuerdo que de niño jugaba con aviones y simulaba los despegues y aterrizajes, no sin antes repetir en voz alta lo que suelen decir las azafatas "señoras y señores, en breves momentos aterrizaremos en el aeropuerto de Lanzarote, matengan sus cinturones de seguridad abrochados y el respaldo de su asiento recto hasta que la señal luminosa se apague". También disfrutaba cuando iba con mi madre a recoger a alguien al aeropuerto y por megafonía se escuchaba "mantengan sus pertenencias controladas en todo momento", o cuando anunciaban la salida de un vuelo "salida del vuelo Binter Canarias 435 con destino Tenerife Norte, por favor, embarquen urgentemente por la puerta número 5". El jaleo, la gente corriendo de un lado para otro, los turistas haciendo cola para facturar, los guías esperando recibir a la gente que llegaba. Todo ese ambiente me gustaba.
Y finalmente acabé trabajando en un aeropuerto, bueno, no exactamente, en realidad trabajé de guía turístico pero tuve que pasar bastante tiempo en el aeropuerto para recoger a la gente e indicarles la guagua a la que tenían que subir para que los llevara a su hotel correspondiente. Y mientras estoy escribiendo, me viene a la memoria que fue en el verano del año 2001; todavía estaba estudiando la Diplomatura de Turismo pero aprovechaba los veranos para ganar algo de dinero. Ese verano, justamente el 11 de septiembre, fue el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York; la tensión se palpaba en el ambiente, la gente hablaba de guerras y, mientras, yo iba recogiendo a los turistas y les daba la noticia, y ellos se quedaban atónitos y sorprendidos, no era para menos.
Años más tarde pude viajar a Nueva York y ver la zona acordonada donde supuestamente estaban las torres. Debieron de ser impresionantes, como se aprecian en muchas películas. Pero bueno, de mi viaje a Nueva York, que lo repetiría otra vez, les hablaré en otra ocasión.
Lo que quiero decirles es que me encanta viajar, y desde el mismo momento que piso el aeropuerto, ya me siento que estoy de viaje, no tengo necesidad de llegar al destino escogido para empezar a disfrutar, el subidón de adrenalina es total.
Ay, totalmente de acuerdo Ibán. El ambiente de los aeropuertos tiene algo mágico verdad? Gente que va, gente que viene… Si es que viajar es lo mejor! Yo reconozco que desde que empiezo a planear un viaje, alojamientos, qué ver cada día, etc. soy feliz :-D Así que ya sabes lo que te toca dentro de nada… DISFRUTAR DE LA TOSCANA! TQM
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