Y esta frase me viene como anillo al dedo, después de haber visto correr la sangre por mi dedo: El único luchador que empieza la pelea con confianza es el que ha visto su propia sangre, el que ha sentido en sus dientes el puño del contrincante, el que ha sido tirado y golpeado, de cuerpo pero no de espíritu, el que tantas veces como se cae se vuelve a levantar, más desafiante que nunca.
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