Salir del barbecho, volver a coger un avión tras meses de pandemia para compartir nuevamente mi experiencia… México me abrió las puertas a principios de año y aún siguen presentes en mi corazón las personas que amorosamente me abrieron sus casas para brindar con ellas por la vida que cada día nos emborracha…
Así empezó el 2022 y termina justo al contrario, decidiendo no viajar y quedándome en casa. Después de por lo menos 13 años ―casi que he perdido la cuenta― en los que viajaba a algún país en fin de año, he decidido quedarme en casa y me siento como un turista en mi propia isla, sorprendido por todo lo que acontecerá aquí y lo único que debo hacer será dejarme llevar… 2022, el año en el que tanto la muerte como los milagros han estado presentes, experiencias únicas que me hacen ver todo de forma natural… Y no puedo acabar el año sin dar las gracias, a mi padre, por todo lo que aprendí de él y la sorpresa de parecerme tanto a él, a mi familia, a mis amigos, que valen oro según mi familia, a todos por los que me siento arropado, y a la vida, porque sigo con vida, y porque hace tiempo fui consciente de que si yo seguía con vida también tendría que hacer frente a las despedidas…
Y si la vida quiere, me calzaré unas zapatillas nuevas para continuar escribiendo mi historia en este nuevo año que pronto llegará…
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