lunes, 26 de julio de 2021

El propósito de la novela

Pa’ gustos colores, se suele decir, y cuando alguien lee un libro cabe la posibilidad de que le pueda gustar o no. Ayer me encontré con una vieja amiga y le pregunté si había leído mi novela, a lo que respondió que sí, pero que no le había llenado del todo. Le costó tanto decírmelo que se llegó a disculpar, como si me fuera a molestar… Cinco minutos después, en la tienda de al lado, una auténtica desconocida se posó frente a mí y me preguntó: «¿Tú eres el chico del libro?». Al decirle que sí, me dio las gracias por haberlo escrito… La conclusión que saqué es que siempre debo enfocarme en el propósito de la novela, la intención con la que la escribí, que era transmitir un mensaje con el que los lectores pudieran conectar y sentir, que es vivir. Todas las críticas, mientras sean constructivas, son bien recibidas, pero ni una crítica mala me debería hundir, de la misma forma que una crítica buena no debería hacer que mi ego de escritor se inflara. Cada lector tiene un filtro distinto, una visión diferente, pero yo siempre en equilibrio, conectar con el disfrute que sentí al escribirla y el lema que siempre me acompaña: «Si gusta y hace sentir aunque solo sea a una persona, habrá merecido la alegría de escribirla».





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