Compartir mis emociones con ella, recibir sus consejos, contarle mis proyectos... Y cuando soy consciente de que ya no la veré nunca más, cierro los ojos, la siento muy adentro, me pongo a conversar con ella en silencio e imagino la cara de sorpresa o felicidad que pondría al saber que voy a hacer esto o aquello... A veces anhelo que me venga a visitar aunque solo fuera un día, ¡la de cosas que haríamos juntos y la de platos tan riquísimos que me prepararía! Sonrío con solo pensar que volvería a ser su conejillo de indias para probar tantas delicias... Será difícil vivir esa experiencia, omito lo de imposible, nunca se sabe, pero sus palabras y amor incondicional me siguen llegando, aunque ahora de una forma distinta... El amor difícilmente se olvida...
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