Hoy me apetece hablarles de mi sobrino. Se llama Diego y tiene nueve años, aunque el 6 de abril cumplirá diez. Cada vez que me dan el tratamiento de belleza, como me ponen tantas cosas para quitarme las arrugas y limpiar mis impurezas, me traslado a casa de mis padres hasta que me recupero nuevamente y vuelvo a la normalidad. Allí también viven mi hermana y mi sobrino así que, por unos días, está la familia completa.
Mi sobrino está tan pendiente de mí, que ahora su máxima preocupación es saber si se me caerá el pelo completamente o cuántas veces voy a baño a.... Yo intento hablarle claramente, aunque buscando las palabras adecuadas, pero le he dicho que a causa del tratamiento puede que se me caiga el pelo. Entonces él me pregunta qué es lo que tengo y yo intento explicarle. Hasta ahora no he utilizado la palabra cáncer porque él es muy aprehensivo, pero siento que si las cosas se explican con naturalidad no hay por qué alarmarse, además de que es muy inteligente.
El otro día se produjo un diálogo muy gracioso entre un amigo de mi sobrino, mi sobrino y yo, mientras estaba tumbado en el sofá y ellos llegaban del colegio:
Amigo: ¿Podemos jugar a la play?
Yo: No
Amigo: ¡Qué malo eres!
Sobrino: No es malo.
....al rato...
Amigo: ¿Podemos jugar a la play?
Yo: Valeeeee.
Sobrino: Ves, te dije que no era malo.
Amigo: ¿Entonces es bueno, sabe jugar a la play?
Sobrino: No, me refiero a bueno de personalidad.
Yo: ¿Por qué dices que soy bueno?
Sobrino: Porque sí.
Yo: Tú también eres bueno.
Sobrino: Ya, pero tú más.
Yo: ¿Y por qué piensas eso?
Sobrino: Porque me ayudas a hacer cosas que no sé hacer o me llevas a sitios que yo no puedo ir, como cuando me llevaste al colegio a coger la libreta que se me había olvidado. Si no llega a ser por tí, mi madre me pega una hostia...
Yo sonreí y me quedé pensando...me quedé pensando que, por conversaciones como ésta, merece la pena seguir viviendo.