El permitir que las personas sean libres para decidir lo que quieran, el aceptar de forma incondicional, el desear lo que pudo ser, pero comprender que hoy no puede ser, el dejar ir, el perdonar sin necesidad de hablar, el sentirme en paz... ¿Y si estuviera experimentando lo que es amar de verdad?
Hace unos años, cuando estuve al borde del precipicio, pedí con todas mis fuerzas vivir sabiendo que vivir implicaba alegrías, disfrute y pasión por la vida, pero también dolor... Hoy, después de haber gozado de un montón de experiencias durante esta segunda oportunidad de seguir habitando este Planeta Tierra, sigo apostando por vivir, sigo deseando vivir, quiero renovar mi contrato con la vida, aunque esta suponga dolor, aunque la vida suponga pérdidas, porque lo maravilloso es descubrir que nada es eterno y lo único que nos llevamos es sanación y un aprendizaje para seguir agradeciendo lo bonito que es vivir...
Pasó lo que tenía que pasar y no puedo hacer nada más, más que quedarme aquí cuidando la raíz...
Y esa estrofa de la canción de Valeria Castro hace que me enfoque en cuidar la raíz, en atender el dolor de mi niño herido, en mimarlo y cuidarlo hasta que cicatricen sus heridas... No puedo hacer nada más, tan solo estar aquí cuidando mi raíz...
Tranquila, mamá, que de esta saldremos... Pero antes será necesario sentir la tristeza, abrazar la nostalgia, llorar la emoción, honrar lo que fue, agradecer lo vivido y acostarme en el suelo hasta que poco a poco vaya recuperando la energía y pueda levantarme para empezar de nuevo... Sí, de esta saldré, pero antes debo, necesito y me apetece un montón pasar el duelo...
No me pertenece, fue un regalo del Universo... Jugamos, nos disfrutamos, nos amamos, me permitió explorar más allá de mi persona y conectar con la otra, compartir ilusiones, sentimientos y quizás proyectos, cuestionarme mis propias creencias... Pero ahora toca devolverlo porque, de no hacerlo, se transformaría en un regalo envenenado... Y fue bonito, muy bonito, mientras duró...
Brújula, siempre brújula, porque la veleta actúa guiada por el viento de sus emociones, hoy puede decir una cosa, mañana otra, esclava de sentires contradictorios... En cambio, la brújula se mantiene en el centro, retozando en su silencio interno, viendo qué hay detrás de cada emoción, abrazándolas...
Espectador apasionado de algunos deportes como la natación y el atletismo y enamorado de los juegos olímpicos, ayer intenté seguir a Ana Peleteiro, que confiaba en llevarse el oro, la expectación era altísima, ella misma la había generado, pero al final no pudo ser, acabó en sexta lugar...
Y esto me llevó a reflexionar en que lo importante es dar lo mejor de sí, porque aunque dar lo mejor de sí no garantiza el éxito, no darlo sí garantiza el fracaso... Y me quedé con una frase de Ana diciendo: Unas veces se gana y otras se aprende...
Hacer una montaña de un grano de arena, lo que viene hacer lo mismo que catastrofizar... A veces tendemos a eso, a ponernos en lo peor, a decir que la situación que estamos viviendo es insoportable... Lo que pensamos determina nuestra emoción y, por ende, nuestro comportamiento, lo que nos lleva a abandonar o seguir para adelante, así que ojito a cómo interpretamos nuestra realidad, ¿es insoportable o simplemente "poco agradable"?
