Acabó el taller, punto y seguido para dar comienzo a una nueva etapa, mujeres valientes que dejaron atrás su vieja versión para recibir con entusiasmo lo que está por venir...
Hoy, además de recordarlas con cariño y agradecerles una vez más su participación en el taller, me quiero centrar en Jezabel, mi otra mitad, la que me hace sacar mi mejor versión creando un dueto inigualable... Con ella, todo es fácil, a su lado, no hay milagro que se resista... Echamos la vista atrás y nos sorprendemos de cómo hemos llegado hasta aquí, juntos, de la mano, compartiendo nuestro sentir para ayudar a otros a través de nuestra experiencia... Antes, mi enfermera, ahora, una gran amiga, de esas que quisiera conservar toda la vida aunque no se sabe las vueltas que da la vida, pero si de mí depende procuraré regar la semilla cada día para que la amistad siga creciendo fuerte y sana... Como siempre le digo entre risas: Lo que el hospital unió, que no lo separe Dios. Te quiero, mi amiga...