Es la primera vez que me hacen una entrevista donde me envían las preguntas y yo elaboro las respuestas, con total libertad. Como siempre, trato de transmitir únicamente mi experiencia...
Abrazar la vida. Un
título que sugiere mucho.
Sí,
y algunos me preguntan si antes no abrazaba la vida y yo les respondo que no,
que estaba totalmente alejado de ella. He identificado el momento exacto en que
abracé la vida porque a partir de ahí todo comenzó a cambiar.
Retrocedamos en el
tiempo hasta el inicio de esta historia. Diagnóstico; cáncer en fase avanzada.
¿Qué se le viene a uno a la cabeza en ese momento? ¿Cómo lo recuerdas?
A
mí simplemente me dijeron que tenía cáncer pero no la gravedad del diagnóstico
porque, afortunadamente, los médicos me lo ocultaron, por lo que ahora siempre
me hago la siguiente reflexión: ¿Es necesario que los médicos asusten con los
diagnósticos? Es fundamental que te digan que tienes cáncer y no una gripe para
que aceptes la situación y tomes las riendas de tu vida, pero ¿es realmente
necesario que te expliquen todos los detalles incluso que se atrevan a
pronosticar los meses que te quedan de vida? Si llego a saber que mi cáncer
estaba avanzado, incluso que tenía metástasis, hubiera sido una losa bastante
pesada sobre mis hombros.
Entre ese momento en
que te diagnostican la enfermedad y ese en que decides “abrazar la vida” ¿Qué hay entre medias? ¿Cómo se evoluciona por ese camino?
Por
mi camino se cruzó un terapeuta, José Antonio Manchado, autor del libro Sea más feliz que el Dalai Lama, y
cambió totalmente la idea que yo tenía de la enfermedad: de verla como un
castigo a considerarla como la oportunidad que me daba la vida para sacar mi
mejor versión. También me dijo que contra el cáncer no había que luchar, que
simplemente era un mensajero que me estaba indicando aquello que debía cambiar
para volver a conectarme con la vida. El tratamiento convencional simplemente
iba a curar los síntomas, pero si no desactivaba esa causa emocional que me había
provocado la enfermedad, volvería a brotar en cualquier otro momento. Y yo
quería sanar, estaba dispuesto a todo con tal de sanar, así que acepté la
propuesta de mirar hacia dentro y ver mis incoherencias…
Dices del cáncer que es la enfermedad que me vino a sanar. ¿De qué te sanó el cáncer?
Sí,
y me inspiró una frase de Carl Jung que decía: «No estamos aquí para sanar las
enfermedades, son las enfermedades las que vienen a sanarnos a nosotros». Por
eso siento que me vino a ayudar, que me vino a sanar. Con José Antonio aprendí
las verdaderas causas del cáncer y yo encajaba perfectamente en ellas: Cuando
vivimos la vida de otros y no la nuestra propia, cuando estamos esperando a que
los demás cambien y no somos nosotros los que cambiamos, cuando justificamos
nuestros actos y los de los demás y cuando tenemos una rabia profunda. La
“excusitis” es la peor enfermedad del mundo y yo la padecía.
¿En qué se diferencia
el Ibán anterior a la enfermedad del
Ibán actual?
Siento
que el Ibán actual no tiene nada que ver con el anterior, pero hoy es lo que es
gracias a la versión antigua y haber pasado por lo que pasó. El Ibán anterior
creía que era feliz, porque confundía la felicidad y bienestar con lo material,
y el Ibán actual sabe que ahora es feliz, porque ha descubierto el verdadero
significado de la felicidad, ser libre y responsable para tomar decisiones y
encauzar su vida.
Después de esta
experiencia, ¿uno pierde todos los miedos?
Yo
sigo teniendo miedos, aunque cada vez menos, pero me encanta localizarlos y
neutralizarlos. Mi lema es, en cierto modo: los miedos me tienen miedo porque
saben que voy a por ellos. Me considero una persona valiente, y una persona
valiente no es aquella que no tiene miedos, sino aquella que hace las cosas que
le apetece hacer a pesar de los miedos.
Se dice que la
felicidad está en el interior, y no en las circunstancias externas. ¿Se puede
tener cáncer y ser feliz?
A
pesar de los momentos duros, puedo decir que yo fui feliz porque gracias al
cáncer descubrí todas las incoherencias que había en mi vida y que no me hacían
feliz. Mi vida era un auténtico infierno y si no llega a ser por él, porque
paré y miré hacia dentro, seguiría en esa rutina de sufrimiento. Venimos al
mundo a ser felices, no a sufrir. José Antonio Manchado me dijo que el día que
agradeciera de verdad estar pasando por lo que estaba pasando, el cáncer iba a
desaparecer porque simplemente era un mensajero que me estaba indicando aquello
que debía cambiar en mí. Y un día me sorprendí agradeciendo el cáncer mucho
antes de recibir los resultados médicos de que ya estaba sano. Pensé que me
estaba volviendo loco, que simplemente sería un pensamiento pasajero, pero esa
sensación fue in crescendo.
¿Crees que tu
actitud, tu forma de afrontar tu situación, tuvo que ver con tu curación?
Totalmente,
me dijeron que no me hiciera la víctima y que viviera la vida sintiéndome
totalmente sano. Además, una de las enfermeras cuyo testimonio se recoge en el
libro, Jezabel Suárez, explica muy bien la diferencia entre curación y
sanación. La curación es cuando depositas la confianza en que algo externo a
ti, por ejemplo el tratamiento de quimioterapia al que yo optimistamente
llamaba sesión de belleza, te va a curar. La sanación es cuando también
depositas la confianza en tu interior. Ella dice que yo soy un ejemplo de que
ambos términos se aunaron y que gracias a mí comprendió que la sanación
comienza con un cambio de actitud.
Cáncer sigue siendo
una palabra temida, reticente a ser
pronunciada, aunque en los últimos tiempos se está visibilizando más con
algunos personajes populares que la padecen, como Pau Donés, de Jarabe de
Palo. ¿Crees que es necesario
normalizar la enfermedad?
Sí,
es una palabra que asusta, sobre todo cuando te dicen que lo tienes, pero
siento que la palabra se debería pronunciar con naturalidad. Es una palabra
tabú que genera mucho miedo en la sociedad y si cada uno aporta su granito de
arena, se podría disipar. ¿Y si en lugar de verlo como algo malo lo viéramos
como una oportunidad?
Tienes un blog con
muchos seguidores, ahora estás presentando tu libro. ¿Cómo concibes la
escritura? ¿Una autoterapia? ¿Una manera de aportar algo de luz a los
demás?
¿Si
supieras cómo surgió el blog? La gente no paraba de hacerme preguntas que me
remontaban a un futuro incierto cuando irremediablemente empecé a vivir en el
presente. Entonces, el que fue mi pareja en aquel momento, me recomendó que
abriera un blog para informar a la gente de los resultados y demás cosas que
quisieran saber, para evitar que me preguntaran directamente. Estrené el blog un
24 de septiembre de 2012 y al día siguiente fue cuando conocí al terapeuta José
Antonio Manchado, que me dijo que evitara estar constantemente hablando de la
enfermedad. –¿Y yo que acabo de abrir un blog?–, le pregunté. –Si lo enfocas
desde un punto optimista, bienvenido sea. Puedes utilizarlo como una
herramienta más para plasmar todo lo que vas descubriendo y aprendiendo–. Y así
fue como cambió el enfoque del blog. Al principio pensé que solamente lo leían
mis amigos cercanos, pero después me sorprendió la acogida y hoy ya son unos
cuantos más los que me piden que no deje de escribir. Fue tan terapéutica la
escritura, que tuve claro que iba a seguir escribiendo aunque ya estuviera
sano. Han pasado ya más de cuatro años y sigo escribiendo cada vez que quiero y
de lo que quiero. De hecho, el libro es un recopilatorio del blog aunque con
más material inédito.
¿Qué es lo más
emocionante que te ha dicho algún lector de tu blog o de tu libro “Cuando abracé
la vida”?
Me
han dicho tantas cosas emotivas que no sabría por dónde empezar. Sobre todo me
dan las gracias porque les estoy transmitiendo esperanza. Una señora, después
de haberme escuchado durante la presentación del libro que hice en Gran Canaria,
me dijo «gracias porque me has dado las pistas que necesitaba». Alguien me dijo
que no midiera el éxito del libro por el número de copias vendidas, sino por el
número de personas a las que les podía ayudar a cambiar su vida. Hoy por hoy,
puedo decir que es todo un éxito y no podría ser más feliz.
¿Qué le dirías a un
lector de esta entrevista que esté atravesando la misma situación por la que tú
pasaste?
Me
gustaría que viera la enfermedad no como un castigo sino como un regalo. Todo
lo que pase en la vida puede ser una gran oportunidad para aprender y sacar una
mejor versión de sí mismo. Le invitaría a reflexionar porque, con total
seguridad, descubrirá incoherencias que le han provocado la enfermedad. Cuando
lo que dices, piensas y haces no va en la misma dirección, estás creando un
terreno fértil para producir enfermedades. Solo tienes que cambiar aquello que
te hace infeliz y tu vida se puede transformar.
¿Qué esperas de esta
presentación en Lorca, la primera de la Península?
Iré
con muchísimas ganas dispuesto a dar lo mejor de mí. Además, me estoy tomando
cada presentación como una oportunidad que me está dando la vida para seguir
sanando, porque todos los días estamos sanando. Y no es casualidad que haya
elegido Lorca para hacer mi primera presentación en la Península. Me une un
vínculo especial con Anabel Porlán y su familia y el día de la presentación mi
amiga estará muy presente. Si mi experiencia consigue ayudar aunque sea a una
sola persona, el viaje habrá merecido la alegría, que no la pena.