Ya les había comentado que el fin de semana pasado había asistido al concierto de Josu Okiñena y Razvan Suma en el Hotel Princesa Yaiza...
Ayer le dí a leer a mi angelito de la guarda mis impresiones sobre el concierto y me dijo que por qué no lo publicaba en el blog, porque precisamente se identificaba con lo que sintió ella al escuchar por primera vez a Josu, así que me he decidido a hacerlo.
Allá va...
Si Josu Okiñena
pisa un escenario da igual si el decorado es negro, rojo o blanco; si
Josu Okiñena nos deleita con su arte, te daría exactamente igual el
escenario escogido o la butaca donde vas a pasar la próxima hora y
media de tu vida, porque si Josu Okiñena actúa sólo existirán tú,
él y su piano, una relación a tres bandas en perfecta armonía.
Y es que Josu es
así, sentimiento en estado puro, Josu no toca con la mente sino con
el corazón, así de sencillo, Josu alimenta de vida su piano, así
de simple, estableciéndose un matrimonio perfecto, una simbiosis
espectacular que llena de vida todo lo que les rodea, a él y a su
piano. Manos equilibradas, expresividad a la máxima potencia...
...y aquí es donde
interactúa el tercero en discordia, el afortunado o afortunada que
está escuchando el concierto, porque viéndole su cara eres capaz de
adivinar lo que está sintiendo, mirando sus manos, intuirás todos
sus sentimientos, amor, nostalgia, incertidumbre, tristeza,
impotencia; mientras las notas fluyen tú fluyes, simplemente
dejándote llevar por lo que escuchas, simplemente sintiendo lo que
transmite, su música, su verdad, su matiz particular, porque Josu la
hace suya, Josu se lleva la melodía a su terreno, Josu sabe jugar
con ella, al igual que un niño feliz sabría jugar con su juguete
favorito...
Y si además el
escenario lo comparte con otro músico, formando un dueto singular,
el resultado puede ser apoteósico. El sábado pude ser testigo de
ello, el sábado asistí al concierto de Josu Okiñena y Razvan Suma,
un violoncelista de éxito internacional. No hubo nada mejor que ser
cómplice de la relación establecida entre estos dos instrumentos,
el piano y el chelo, pero la
relación más importante fue la establecida entre estos dos músicos,
Razvan y Josu, Josu y Razvan, cómo se hablaban, cómo se respondían,
cómo replicaban...sin palabras.
Sé lo que los hace
ser únicos, tocan con su alma, tocan con el corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario