Me dio risa escuchar el otro día por teléfono a mi ahijado de siete años…
- Ahijado: Me dijeron que tuviste
cáncer.
- Yo: Ah…(sorprendido por su revelación)… sí, pero ya estoy bueno, ¿y
quién te lo dijo?
- Ahijado: Mi madre, y que se te caía el pelo porque no comías quinoa…
- Yo: …(ya sabiendo por dónde iba la cosa)… ¿tu madre te dijo que si no
comías te ibas a enfermar?
- Ahijado: Sí.
- Yo: ¿Y a ti te gusta la quinoa?
- Ahijado: No.
- Yo: Pues sabes qué te digo, que no te la comas.
- Ahijado: Eso le dije yo a mi madre…
Después me pasó a su madre y le conté lo que le
había dicho al niño, que si no le gustaba la quinoa que no se la comiera. ¡Te
mato, si ya lo tenía convencido!, me dijo. Vi a una madre utilizando
inocentemente todas sus armas para intentar convencer al niño de comer lo que
ella considera que debe comer, y seguramente con buen criterio para fortalecer
su organismo, pero al ver que el niño estaba casi asustado lo liberé de comer
lo que no quería comer. Tú sabes que precisamente yo no enfermé por la
alimentación, ¿verdad? Bueno, bueno, eso no está probado, me dijo entre
risas...