Chiquita expectación con la niña, que se asoma a unas horas determinadas por una de las ventanas de su templo para bendecir a los visitantes... No sé yo si la Diosa Kumari tenía ganas de salir, pues minutos antes escuché un berrinche de una niña y tal vez es que estaba contrariada con la idea, pero cuando apareció y la miré es como si me hubiese fundido con ella...
Y esto fue una de las tantas cosas que pudimos contemplar en la Durbar Square, el epicentro de la cultura nepalí, donde si hubiese tenido más tiempo me hubiera quedado sentado en un rincón observando como un gato curioso todo lo que sucedía alrededor, pero el tiempo se acaba, comienza mi regreso a casa...

No hay comentarios:
Publicar un comentario